viernes, 21 de noviembre de 2008

Confesiones 4

Es curioso las sorpresas que da la vida. Quizás un buen día, con una imagen desafortunada, una coincidencia azarosa, te das cuenta de que eres mejor que alguien a quien tenías en un pedestal, quizás con algo de recelo. Y eso te satisface. O tal vez que eres peor que alguien que creías inferior a ti. Y eso te hunde. Un solo momento, un solo lugar: la casualidad hace que su combinación sea tan amarga.
Abatido y abollado te enfrentas a un nuevo día que parece no tener metas, ahora que las ilusiones y fantasías se han esfumado. Porque tan sólo son eso: sueños, meras quimeras que no te has atrevido a llevar a cabo y que ahora parecen haberse ido de paseo con el viento, como las cenizas de una súbita combustión de carne humana, para siempre. El recuerdo de aquella silueta que te daba la última fuerza para abrir los ojos, cegándote con esa luz socorredora del sueño, e incorporarte por fin sobre la cama, entró en el último vagón inalcanzable de un maldito tren que se dedica, por las noches, a robar las pesadillas inocentes de todo ser animado.
Pero, ¿realmente es ese tren inalcanzable?
Con cambios muy bruscos y con complicaciones añadidas te das cuenta de que es mejor no afrontar los problemas. Pero no por ser un cobarde. Simplemente te inventas una nueva y mejor manera de ver lo mismo que antes te parecía tan malo. Y ahora, sin nada asumido – pues no ha hecho falta –, lo vuelves a intentar.

The Daily Dream: The Rolling Stones - Angie

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