sábado, 13 de diciembre de 2008

Me he oxidado

Efectivamente: me he oxidado. El otro día estuve preparando una disolución de ácido nítrico. Al salir de clase me noté escozor en el dedo meñique, lo miré y estaba amarillo. Dije “será de algún subrayador”, aunque me parecía raro que me molestara. Me olvidé hasta que lo volví a ver dos días después, habiéndome duchado y lavado las manos unas cuantas veces… Así que rumié de qué podía ser y se lo pregunté a mi profesor de química. Él, riendo, afirmo: “sí… se te ha oxidado el dedo”. Y yo, teniendo en la mente la imagen de un hierro oxidado (vamos… ¿a quién no se le pasa eso por la cabeza al escuchar “óxido”?), me quedé algo flipando boquiabierto.
Busqué por la red y, ciertamente, el ácido nítrico reacciona con la piel humana deshidratándola (consumiendo moléculas de agua) y, por consiguiente, quemándola, tal y como hace el ácido sulfúrico. Esta reacción se lleva a cabo entre el ácido nítrico y una proteína presente en las capas más externas de la epidermis: la cisteína. Esta proteína, además del carbono, el hidrógeno y el oxígeno de todo compuesto orgánico, contiene azufre, lo que explica la coloración amarilla que adquiere la piel después de haber sucedido la reacción y haberse formado compuestos residuales, los cuales se han adherido de forma permanente a nuestro queridísimo pellejo.
Entonces, ¿es para siempre? Nooo, se va, pero con la piel. Aquí el dedo después de otra ducha:

The Daily Dream: Ed Bruce - Mamas Don't Let Your Babies Grow up to Be Cowboys

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